Soy un ciudadano que luego de conocer el accionar institucional de la infancia argentina y su ley he decidido hacerla cumplir. Tal decisión me ha llevado a numerosos protagonismos durante esta etapa de transición como así también a desarrollar un sinnúmero de competencias que pudieran respaldar el tan mencionado cambio de paradigma del que mucho se habla y que en lo demostrativo se hace poco...

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Desde hace más de una década vengo dejando registros de mi accionar en torno a la infancia esperando la apertura al concurso de antecedentes y oposición por el cargo de Defensor de los Derechos del Niño y ahora que se ha cerrado la inscripción al mismo me siento en la obligación de demostrar porqué quiero serlo.

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Los valores con los que fui criado teniendo una feliz infancia me hicieron ser una persona de servicio con un claro perfil social, buscando la convivencia pacífica, la tolerancia y el respeto hacia quién piensa distinto.

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¿Por qué quiero ser el Defensor?

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Soy de los convencidos que estamos presenciando una oportunidad histórica de comenzar una Defensoría con personal apartidario que se rija no por las conveniencias de quienes ostentan el poder de turno ni de los opositores que han tenido su oportunidad dejando pasar el tiempo, sino en cómo nos van a mirar las futuras generaciones. Soy partidario de los cambios disruptivos que propician a establecer nuevas reglas de juego, donde la transparencia y el acceso a la información nos dan la posibiliad de mostrar "la cocina" dejando registros del proceso de aprendizaje hacia la plena vigencia de la ley 26061.

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La falta de liderazgo es evidente en estos tiempos de crisis en la institucionalidad abocada a la infancia en nuestro país, y las noticias dan muestra de un rumbo incierto de lo que deparará a los derechos de infancia. O más bien, de un rumbo cierto en caso de dar continuidad a esta tendencia reinante de replicar las mismas acciones actuales en una nueva institución.

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